REZA
Y COMPARTE JUVENIL
PRESENTACIÓN DE JESÚS
GUÍA
DE ORACIÓN JUVENIL 02-02-20
GUÍA: Empezamos nuestra
oración. Como Jesús decimos: Padre nuestro,
que estás en el cielo. Nos centramos en el significado de llamar a Dios,
Padre. Le sentimos cerca, presencia viva que nos envuelve en su amor. Estamos
aquí para agradecer tu ser y tu estar con nosotros. Enséñanos a orar y a
conocerte mejor. Que tu Palabra llegue a nuestros corazones y los transforme
según tu querer. SILENCIO DE ENCUENTRO, DE FE, DE GRACIAS.
De la carta
a los Hebreos (2,14-18):
Los hijos de una familia son todos de la misma carne y sangre, y de nuestra carne y sangre participó también Jesús; así, muriendo, aniquiló al que tenía el poder de la muerte, es decir, al diablo, y liberó a todos los que por miedo a la muerte pasaban la vida entera como esclavos. Notad que tiende una mano a los hijos de Abrahán, no a los ángeles. Por eso tenía que parecerse en todo a sus hermanos, para ser sumo sacerdote compasivo y fiel en lo que a Dios se refiere, y expiar así los pecados del pueblo. Como él ha pasado por la prueba del dolor, puede auxiliar a los que ahora pasan por ella.
Los hijos de una familia son todos de la misma carne y sangre, y de nuestra carne y sangre participó también Jesús; así, muriendo, aniquiló al que tenía el poder de la muerte, es decir, al diablo, y liberó a todos los que por miedo a la muerte pasaban la vida entera como esclavos. Notad que tiende una mano a los hijos de Abrahán, no a los ángeles. Por eso tenía que parecerse en todo a sus hermanos, para ser sumo sacerdote compasivo y fiel en lo que a Dios se refiere, y expiar así los pecados del pueblo. Como él ha pasado por la prueba del dolor, puede auxiliar a los que ahora pasan por ella.
GUÍA: Hijos
con Jesús de la misma familia. Nos sentimos hijos del mismo Padre, hermanos en
Jesús. Confiamos en tu presencia, Jesús. Tú llegas al Padre y estás con
nosotros. Queremos tomar conciencia de nuestra situación, de nuestro ser en
nosotros y con los demás. Tú que pasaste por la prueba del dolor, nos enseñas
la experiencia del amor y del dolor. Santifícanos en la verdad y en el amor. SILENCIO DE TOMA DE CONCIENCIA, DE
ESPERANZA, DE FIDELIDAD.
Del
santo evangelio según san Lucas (2,22-40):
Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo primogénito varón será consagrado al Señor», y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones.» Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo.
Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.»
Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño.que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma.»
Simeón los bendijo, diciendo a María, su madre: «Mira, éste está puesto para
Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén. Y, cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.
Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo primogénito varón será consagrado al Señor», y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones.» Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo.
Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.»
Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño.que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma.»
Simeón los bendijo, diciendo a María, su madre: «Mira, éste está puesto para
Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén. Y, cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.
GUÍA: Jesús, eres ofrecido en el
templo de Dios. Ofrenda viva que se irá consumando a lo largo de tu vida hasta
el Calvario. Ofrenda, entrega, dedicación al servicio del Padre. Él recibe tu
don y se te va manifestando. Padre, nos unimos a la ofrenda de Jesús. Que
vayamos comprendiendo nuestro camino y nuestra misión en todo lo que vivimos y
hacemos. Gracias, Señor. SILENCIO DE
OFRENDA, DE COMPRENSIÓN, DE GRACIAS.
RECOGEMOS
NUESTRA ORACIÓN, UNA FRASE PARA REPETIR Y HACER NUESTRA.
PRESENCIA,
CONFIANZA, PURIFICACIÓN, PERDÓN.
INVOCAMOS
A MARÍA, NUESTRA MADRE Y MAESTRA.
NOS
DIRIGIMOS AL PADRE CON JESÚS: PADRE
NUESTRO.
CANTAMOS:
Cantando la alegría de vivir/lleguemos a la Casa del
Señor;
marchando todos juntos como hermanos,/andemos los caminos hacia Dios.
marchando todos juntos como hermanos,/andemos los caminos hacia Dios.
Venid, entremos todos dando gracias./ Venid, cantemos
todos al Señor.
Gritemos a la roca que nos salva./ Cantemos la alabanza a nuestro Dios.
Gritemos a la roca que nos salva./ Cantemos la alabanza a nuestro Dios.
Cantando la alegría de vivir…
La paz del Señor sea con nosotros, la paz que llena sola el corazón,
la paz de estar unidos como hermanos, la paz que nos promete nuestro Dios.
Cantando la alegría de vivir…
Entremos por las puertas dando gracias./Pidamos al
Señor también perdón:
perdón por nuestra falta a los hermanos,/perdón por nuestro pobre corazón.
perdón por nuestra falta a los hermanos,/perdón por nuestro pobre corazón.
Cantando la alegría de vivir…
Sabed que Dios nos hizo y somos suyos./Sabed que el
Señor es nuestro Dios.
Nosotros somos pueblo y las ovejas,/ovejas del rebaño del Señor.
Nosotros somos pueblo y las ovejas,/ovejas del rebaño del Señor.
Cantando la alegría de vivir…https://www.youtube.com/watch?v=eD2WYSa3x1g