MENSAJE CUARESMA, PAPA FRANCISCO
Hace una llamada a la conversión
mediante el ayuno, la oración y la limosna.
“Que nuestra Cuaresma suponga recorrer
ese mismo camino,
para llevar también la esperanza
de Cristo a la creación, que ‘será liberada de la esclavitud de la
corrupción para entrar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios’. No dejemos
transcurrir en vano este tiempo favorable. Pidamos a Dios que nos ayude a emprender un
camino de verdadera conversión. Abandonemos el egoísmo, la mirada fija en nosotros mismos, y
dirijámonos a la Pascua de
Jesús; hagámonos prójimos
de nuestros hermanos y hermanas que pasan dificultades, compartiendo con ellos
nuestros bienes espirituales y materiales”.
…
Un fragmento para leer,
reflexionar, rezar (interiorizar, observar, invocar a Dios, decidir junto con
Jesús y el Espíritu)
2. La fuerza
destructiva del pecado
Efectivamente, cuando no vivimos como hijos de Dios,
a menudo tenemos comportamientos destructivos hacia el prójimo y las demás
criaturas —y también hacia nosotros mismos—, al considerar, más o menos
conscientemente, que podemos usarlos como nos plazca.
Entonces, domina la intemperancia
y eso lleva a un estilo de vida que viola los límites que nuestra condición humana y la naturaleza nos
piden respetar, y se siguen los deseos incontrolados que en el libro de la
Sabiduría se atribuyen a los impíos, o sea a quienes no tienen a Dios como
punto de referencia de sus acciones, ni una esperanza para el futuro (cf.
2,1-11). Si no anhelamos continuamente
la Pascua, si no vivimos en el horizonte de la Resurrección, está claro que la
lógica del todo y ya, del tener cada vez más acaba por
imponerse.
Como sabemos, la causa de todo
mal es el pecado,
que desde su aparición entre los hombres interrumpió la comunión con Dios, con los demás y con la creación,
a la cual estamos vinculados ante todo mediante nuestro cuerpo.
El hecho de que se haya roto la
comunión con Dios, también ha
dañado la relación armoniosa de los seres humanos con el ambiente en el
que están llamados a vivir, de manera que el jardín se ha transformado en un
desierto (cf. Gn 3,17-18).
Se trata del pecado que lleva
al hombre a considerarse el dios de la creación, a sentirse su dueño absoluto y a no
usarla para el fin deseado por el Creador, sino para su propio interés, en
detrimento de las criaturas y de los demás.
Cuando se abandona la ley de Dios, la ley del amor,
acaba triunfando la ley
del más fuerte sobre el más débil. El pecado que anida en el corazón del
hombre (cf. Mc 7,20-23)
—y se manifiesta como avidez, afán por un bienestar desmedido, desinterés por el bien de los
demás y a menudo también por el propio— lleva a la explotación de la creación, de las personas y del
medio ambiente, según la codicia insaciable que considera todo deseo como un derecho y
que antes o después acabará por destruir incluso a quien vive bajo su dominio.
3. La fuerza regeneradora
del arrepentimiento y del perdón
Por esto, la creación tiene la irrefrenable necesidad
de que se manifiesten los
hijos de Dios, aquellos que se han convertido en una “nueva creación”: «Si alguno está en Cristo, es una
criatura nueva. Lo viejo ha pasado, ha comenzado lo nuevo» (2 Co5,17). En efecto, manifestándose,
también la creación puede “celebrar la Pascua”: abrirse a los cielos
nuevos y a la tierra nueva (cf. Ap 21,1).
Y el camino hacia la Pascua nos
llama precisamente a restaurar
nuestro rostro y nuestro corazón de cristianos, mediante el arrepentimiento, la conversión y
el perdón, para poder vivir toda la riqueza de la gracia del misterio
pascual.
Esta “impaciencia”, esta
expectación de la creación encontrará cumplimiento cuando se manifiesten los hijos de
Dios, es decir cuando los
cristianos y todos los hombres emprendan con decisión el “trabajo” que supone
la conversión. Toda la creación está llamada a salir, junto con
nosotros, «de la esclavitud de la corrupción para entrar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios»
(Rm 8,21).
La Cuaresma es signo sacramental de esta conversión,
es una llamada a los
cristianos a encarnar más intensa y concretamente el misterio pascual en
su vida personal, familiar y social, en particular, mediante el ayuno, la
oración y la limosna.
Ayunar, o sea aprender a cambiar
nuestra actitud con los demás y con las criaturas: de la tentación de
“devorarlo” todo, para saciar nuestra avidez, a la capacidad de sufrir por
amor, que puede colmar el vacío de nuestro corazón.
Orar para
saber renunciar a la idolatría y a la autosuficiencia de nuestro yo, y
declararnos necesitados del Señor y de su misericordia.
Dar limosna para
salir de la necedad de vivir y acumularlo todo para nosotros mismos, creyendo
que así nos aseguramos un futuro que no nos pertenece. Y volver a encontrar así la alegría del
proyecto que Dios
ha puesto en la creación y en nuestro corazón, es decir amarle, amar a
nuestros hermanos y
al mundo entero, y
encontrar en este amor la verdadera
felicidad.
Queridos hermanos y hermanas, la
“Cuaresma” del Hijo de
Dios fue un entrar en el desierto de la creación para
hacer que volviese a ser aquel jardín de la comunión con Dios que era antes del
pecado original (cf. Mc 1,12-13; Is 51,3).
Que nuestra Cuaresma suponga recorrer ese mismo camino, para llevar
también la esperanza de Cristo a la creación, que «será liberada de la
esclavitud de la corrupción para entrar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios» (Rm 8,21). No dejemos
transcurrir en vano este tiempo favorable. Pidamos a Dios que nos ayude a emprender un camino
de verdadera conversión.
Abandonemos el egoísmo,
la mirada fija en nosotros mismos, y dirijámonos a la Pascua de Jesús; hagámonos prójimos de
nuestros hermanos y hermanas que pasan dificultades, compartiendo con ellos nuestros bienes
espirituales y materiales. Así, acogiendo en lo concreto de nuestra vida la victoria de Cristo sobre el
pecado y la muerte, atraeremos
su fuerza transformadora también sobre la creación.
ORACIÓN
Invocamos al Espíritu para que esté presente en
nuestra oración.
Leemos un párrafo, fijándonos en los subrayados. ¿Qué nos dice y qué decimos nosotros?
Nos unimos a Jesús y al Espíritu aceptando sus deseos,
¿Qué respondemos?
Ofrecemos, damos
gracias, pedimos, decidimos.
"Mensaje Cuaresma,Papa Francisco" Nos fijamos en un fragmento del mensaje del Papa Francisco, para la Cuaresma. Nos proporciona el tema para reflexionar y orar-rezar con él. Preparamos el camino hacia la Pascua, muerte y resurrección de Jesús. El Papa nos invita a la conversión hacia nuestro ser hijos de Dios y respetar-amar a la humanidad y todos los seres de la creación. La oración nos relaciona con El Padre Dios, el Hijo Jesús, el Espíritu de amor. Le pedimos su presencia y ayuda. ¿Lo hacemos?
ResponderEliminar"Ayunar, o sea aprender a cambiar nuestra actitud con los demás y con las criaturas: de la tentación de “devorarlo” todo, para saciar nuestra avidez, a la capacidad de sufrir por amor, que puede colmar el vacío de nuestro corazón." Ayunar de todo lo que nos separa de Dios y su ley del amor. ¡Tenemos trabajo! Que el Espíritu nos fortalezca.
ResponderEliminar"se siguen los deseos incontrolados que en el libro de la Sabiduría se atribuyen a los impíos, o sea a quienes no tienen a Dios como punto de referencia de sus acciones, ni una esperanza para el futuro" (cf. 2,1-11) Analizamos nuestros comportamientos y actitudes. Danos, Señor, un corazón nuevo.
ResponderEliminar"Pidamos a Dios que nos ayude a emprender un camino de verdadera conversión. Abandonemos el egoísmo, la mirada fija en nosotros mismos, y dirijámonos a la Pascua de Jesús" El Papa nos anima a caminar hacia la Pascua con mirada compasiva y amable en nuestro caminar. A ver si lo conseguimos.
ResponderEliminar"la causa de todo mal es el pecado, que desde su aparición entre los hombres interrumpió la comunión con Dios, con los demás y con la creación, a la cual estamos vinculados ante todo mediante nuestro cuerpo". La comunión con dios nos perfecciona y realiza como personas. Confírmanos en tu amor, Señor.
ResponderEliminar"cuando no vivimos como hijos de Dios, a menudo tenemos comportamientos destructivos hacia el prójimo y las demás criaturas —y también hacia nosotros mismos—, al considerar, más o menos conscientemente, que podemos usarlos como nos plazca" El Papa nos aclara lo importante que es el respeto a los demás, a dios y a nosotros mismos.
ResponderEliminar"Si no anhelamos continuamente la Pascua, si no vivimos en el horizonte de la Resurrección, está claro que la lógica del todo y ya, del tener cada vez más acaba por imponerse." ¿Qué te parece? Cuidemos nuestros la fe par que crezca.
ResponderEliminar"Que nuestra Cuaresma suponga recorrer ese mismo camino, para llevar también la esperanza de Cristo a la creación, que «será liberada de la esclavitud de la corrupción para entrar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios» Recorremos con la Iglesia este camino hacia la resurrección y la libertad de los hijos de Dios.
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