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martes, 27 de febrero de 2018

SÍNODO JÓVENES, 7


                                                         
                                             REZA Y COMPARTE JUVENIL

SÍNODO JÓVENES, PREPARACIÓN 7            

XV ASAMBLEA GENERAL ORDINARIA

Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional
DOCUMENTO PREPARATORIO (fragmento)

Tomar decisiones y orientar las propias acciones en situaciones de incertidumbre y frente a impulsos internos contradictorios es el ámbito del ejercicio del discernimiento. Se trata de un término clásico de la tradición de la Iglesia, que se aplica a una pluralidad de situaciones. En efecto, existe un discernimiento de los signos de los tiempos, que apunta a reconocer la presencia y la acción del Espíritu en la historia; un discernimiento moral, que distingue lo que es bueno de lo que es malo; un discernimiento espiritual, que tiene como objetivo reconocer la tentación para rechazarla y, en su lugar, seguir el camino de la plenitud de vida. Las conexiones entre estas diferentes acepciones son evidentes y no se pueden nunca separar completamente.
                           
  Tomar decisiones y orientar las propias acciones

Teniendo presente esto, nos centramos aquí en el discernimiento vocacional, es decir, en el proceso por el cual la persona llega a realizar, en el diálogo con el Señor y escuchando la voz del Espíritu, las elecciones fundamentales, empezando por la del estado de vida. Si el interrogante de cómo no desperdiciar las oportunidades de realización de sí mismo afecta a todos los hombres y mujeres, para el creyente la pregunta se hace aún más intensa y profunda.

 ¿Cómo vivir la buena noticia del Evangelio y responder a la llamada que el Señor dirige a todos aquellos a quienes les sale al encuentro: a través del matrimonio, del ministerio ordenado, de la vida consagrada? Y cuál es el campo en el que se pueden utilizar los propios talentos: ¿la vida profesional, el voluntariado, el servicio a los últimos, la participación en la política?

El Espíritu habla y actúa a través de los acontecimientos de la vida de cada uno, pero los eventos en sí mismos son mudos o ambiguos, ya que se pueden dar diferentes interpretaciones. Iluminar el significado en lo concerniente a una decisión requiere un camino de discernimiento. Los tres verbos con los que esto se describe en la Evangelii gaudium

51 – reconocer, interpretar y elegir – pueden ayudarnos a delinear un itinerario adecuado tanto para los individuos como para los grupos y las comunidades, sabiendo que en la práctica los límites entre las diferentes fases no son nunca tan claros.

En diálogo con el Espíritu, reconocer, interpretar, elegir


Reconocer

El reconocimiento se refiere, en primer lugar, a los efectos que los acontecimientos de mi vida, las personas que encuentro, las palabras que escucho o que leo producen en mi interioridad: una variedad de «deseos, sentimientos, emociones» (Amoris laetitia, 143) de muy distinto signo: tristeza, oscuridad, plenitud, miedo, alegría, paz, sensación de vacío, ternura, rabia, esperanza, tibieza, etc.
 Me siento atraído o empujado hacia una pluralidad de direcciones, sin que ninguna me parezca la que claramente se debe seguir; es el momento de los altos y bajos y en algunos casos de una auténtica lucha interior.

 Reconocer exige hacer aflorar esta riqueza emotiva y nombrar estas pasiones sin juzgarlas. Exige igualmente percibir el “sabor” que dejan, es decir, la consonancia o disonancia entre lo que experimento y lo más profundo que hay en mí.

En esta fase, la Palabra de Dios reviste una gran importancia: meditarla, de hecho, pone en movimiento las pasiones como todas las experiencias de contacto con la propia interioridad, pero al mismo tiempo ofrece una posibilidad de hacerlas emerger identificándose con los acontecimientos que ella narra. La fase del reconocimiento sitúa en el centro la capacidad de escuchar y la afectividad de la persona, sin eludir por temor la fatiga del silencio. Se trata de un paso fundamental en el camino de maduración personal, en particular para los jóvenes que experimentan con mayor intensidad la fuerza de los deseos y pueden también permanecer asustados, renunciando incluso a los grandes pasos a los que sin embargo se sienten impulsados.

Interpretar

No basta reconocer lo que se ha experimentado: hay que “interpretarlo”, o, en otras palabras, comprender a qué el Espíritu está llamando a través de lo que suscita en cada uno. Muchas veces nos detenemos a contar una experiencia, subrayando que “me ha impresionado mucho”. Más difícil es entender el origen y el sentido de los deseos y de las emociones experimentadas y evaluar si nos están orientando en una dirección constructiva o si por el contrario nos están llevando a replegarnos sobre nosotros mismos.

Esta fase de interpretación es muy delicada: se requiere paciencia, vigilancia y también un cierto aprendizaje. Hemos de ser capaces de darnos cuenta de los efectos de los condicionamientos sociales y psicológicos. También exige poner en práctica las propias facultades intelectuales, sin caer sin embargo en el peligro de construir teorías abstractas sobre lo que sería bueno o bonito hacer: también en el discernimiento«
es la realidad superior a la idea» (Evangelii gaudium, 231).

 En la interpretación tampoco se puede dejar de enfrentarse con la realidad y de tomar en consideración las posibilidades que realmente se tienen a disposición.

Para interpretar los deseos y los movimientos interiores es necesario confrontarse honestamente, a la luz de la Palabra de Dios, también con las exigencias morales de la vida cristiana, siempre tratando de ponerlas en la situación concreta que se está viviendo. 

Este esfuerzo obliga a quien lo realiza a no contentarse con la lógica legalista del mínimo indispensable, y en su lugar buscar el modo de sacar el mayor provecho a los propios dones y las propias posibilidades: por esto resulta una propuesta atractiva y estimulante para los jóvenes.

Este trabajo de interpretación se desarrolla en un diálogo interior con el Señor, con la activación de todas las capacidades de la persona; la ayuda de una persona experta en la escucha del Espíritu es, sin embargo, un valioso apoyo que la Iglesia ofrece, y del que sería poco sensato no hacer uso.



ACCIÓN

  diálogo interior con el Señor,

 ayuda de una persona experta en la escucha del Espíritu



La oración asidua, la Palabra de Dios, la frecuencia de la Eucaristía y Reconciliación.

Presencia de María Madre y maestra.

Diálogo con el Padre, con el Hijo Jesús, con el Espíritu. 

Ofrecimiento.



11 comentarios:

  1. "Sínodo Jóvenes 7" Aquí estamos. Este fragmento nos hace pensar en el discernimiento. Son pasos concretos que pueden ayudar a conocernos, conocer nuestros talentos y estudiar en qué podemos emplearlos para gloria de Dios y bien de la sociedad. Pedimos la ayuda del Espíritu para aclarar y decidir.

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  2. "reconocer, interpretar y elegir – pueden ayudarnos a delinear un itinerario adecuado" Son palabras que encauzan la reflexión y la elección. Hemos de hacer pequeñas elecciones para luego llegar a las grandes.

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  3. "En la interpretación tampoco se puede dejar de enfrentarse con la realidad y de tomar en consideración las posibilidades que realmente se tienen a disposición". Estupendo reconocer nuestras posibilidades y ponerlas al servicio de los que las necesitan. ¿Te animas?

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  4. "La oración asidua, la Palabra de Dios, la frecuencia de la Eucaristía y Reconciliación". Son elementos que nos fortalecen y ayudan a acercarnos a Jesús y madurar en la vida cristiana. Creo que son importantes. ¿Y tú?

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  5. "seguir el camino de la plenitud de vida" Jesús, el Dios hombre se nos pone delante y nos invita. Veamos su camino y escojamos. Él nos acompaña.

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  6. Luces y sombras. Pero Jesús sigue apostando por nosotros. Que no le fallemos.

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  7. "Tomar decisiones y orientar las propias acciones en situaciones de incertidumbre y frente a impulsos internos contradictorios es el ámbito del ejercicio del discernimiento". Realidad, conocimiento personal, Palabra de Dios, disponibilidad, quizás no ayuden a hacer elecciones.¿Estás de acuerdo?

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  8. "la Palabra de Dios reviste una gran importancia: meditarla, de hecho, pone en movimiento las pasiones como todas las experiencias de contacto con la propia interioridad...identificándose con los acontecimientos que ella narra".Papa Francisco

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  9. "realizar, en el diálogo con el Señor y escuchando la voz del Espíritu, las elecciones fundamentales, empezando por la del estado de vida". Pedimos por todos los jóvenes, para que sepan escuchar y decidir con amor y generosidad su futuro como realización personal, mejora de la sociedad y de la Iglesia.

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  10. Hoy, San José. El Papa está con los jóvenes en el Presínodo. Estamos con ellos y pedimos que el Espíritu los ilumine y dé los cauces mejores para bien de ellos, de toda la Iglesia y la sociedad.

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  11. "existe un discernimiento de los signos de los tiempos, que apunta a reconocer la presencia y la acción del Espíritu en la historia"; Que sepamos descubrir su presencia en cada situación y aportemos nuestro granitoa de verdad y de amor.

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