SÍNODO
JÓVENES, PREPARACIÓN 6
XV ASAMBLEA GENERAL ORDINARIA
Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional
DOCUMENTO PREPARATORIO (fragmento)
La fe, en cuanto participación en el modo de ver de Jesús
(cfr. Lumen fidei, 18), es la fuente del
discernimiento vocacional, porque ofrece sus contenidos fundamentales, sus
articulaciones específicas, el estilo singular y la pedagogía propia. Acoger
con alegría y disponibilidad este don de la gracia, exige hacerlo fecundo a
través de elecciones de vida concretas y coherentes.
Fe, participación, discernimiento, don, disponibilidad,
elecciones.
«No me habéis elegido vosotros a mí; sino que yo os he elegido yo
a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto
permanezca; de modo que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo conceda.
Lo que os mando es que os améis los unos a los otros» (Jn 15,16-17).
Si la vocación a la alegría del amor es el llamado fundamental que Dios pone en
el corazón de cada joven para que su existencia pueda dar fruto, la fe es al mismo
tiempo don que viene de lo alto y respuesta al sentirse elegidos y amados.
Os he elegido, alegría, amor, fruto, fe, don, respuesta.
La fe «no es un refugio para gente pusilánime, sino que ensancha
la vida. Hace descubrir una gran llamada, la vocación al amor, y asegura que
este amor es digno de fe, que vale la pena ponerse en sus manos, porque está
fundado en la fidelidad de Dios, más fuerte que todas nuestras debilidades» (Lumen fidei, 53). Esta fe «ilumina todas
las relaciones sociales», contribuyendo a «construir la fraternidad universal»
entre los hombres y mujeres de todos los tiempos (ibíd., 54).
Fe, llamada, fidelidad, luz, relaciones, fraternidad.
La Biblia presenta numerosos relatos de vocación y de respuesta de
jóvenes. A la luz de la fe, éstos gradualmente, toman conciencia del proyecto
de amor apasionado que Dios tiene para cada uno. Ésta es la intención de toda
acción de Dios, desde la creación del mundo como lugar «bueno», capaz de acoger
la vida, y ofrecido como un don como la urdimbre de relaciones en las que
confiar.
Fe, Dios, proyecto de amor,
don.
Creer significa ponerse a la escucha del Espíritu y en diálogo con
la Palabra que es camino, verdad y vida (cfr. Jn 14,6) con
toda la propia inteligencia y afectividad, aprender a confiar en ella
“encarnándola” en lo concreto de la vida cotidiana, en los momentos en los que
la cruz está cerca y en aquellos en los que se experimenta la alegría ante los
signos de resurrección, tal y como hizo el “discípulo amado”. Este es el
desafío que interpela a la comunidad cristiana y a cada creyente individual.
Creer, escucha, Espíritu, encarnarla, cruz, resurrección,
comunidad, creyente.
El espacio de este
diálogo es la conciencia. Como enseña el Concilio Vaticano II, esta es «el
núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el que éste se siente a solas
con Dios, cuya voz resuena en el recinto más íntimo de aquélla» (Gaudium et spes, 16). Por lo tanto, la
conciencia es un espacio inviolable en el que se manifiesta la invitación a
acoger una promesa. Discernir la voz del Espíritu de otras llamadas y decidir
qué respuesta dar es una tarea que corresponde a cada uno: los demás lo pueden
acompañar y confirmar, pero nunca sustituir.
Diálogo, conciencia, discernir, voz del Espíritu, decidir,
respuesta.
La vida y la historia nos
enseñan que para el ser humano no siempre es fácil reconocer la forma concreta
de la alegría a la que Dios lo llama y a la cual tiende su deseo, y mucho menos
ahora en un contexto de cambio e incertidumbre generalizada. Otras veces, la
persona tiene que enfrentarse al desánimo o a la fuerza de otros apegos que la
detienen en su camino hacia la plenitud: es la experiencia de muchos, por
ejemplo la del joven que tenía demasiadas riquezas para ser libre de acoger la
llamada de Jesús y por esto se fue triste en lugar de lleno de alegría
(cfr. Mc 10,17-22). La libertad humana, aun necesitando ser
siempre purificada y liberada, sin embargo, no pierde nunca del todo la
capacidad radical de reconocer el bien y de hacerlo: «Los seres humanos,
capaces de degradarse hasta el extremo, también pueden sobreponerse, volver a
optar por el bien y regenerarse, más allá de todos los condicionamientos
mentales y sociales que les impongan» (Laudato Si’, 205).
ACCIÓN
Este
fragmento nos habla de la fe, discernimiento, respuesta.
Cada
párrafo tiene unas palabras importantes.
Saborea
cada una de ellas en su contexto. Rézalas, implícate en cada una.
Confía en
el amor del Padre, del Hijo Jesús, y del Espíritu.
Dialoga
con la Palabra y escucha. ¿Con qué te quedas?
Pide
ayuda a María y al Espíritu