GUÍA: Este domingo, nos encontramos en casa de Lázaro. Estamos a la espera de
Jesús. El ambiente es de dolor. También nosotros queremos encontrarnos con él.
¿Qué podemos decirle? ¿Estás ahí creyendo o de mero espectador? Prepara tu
conversación: cómo estás, qué has hecho durante la semana, qué preocupaciones tienes.¿Qué
te dirá? Espera a Jesús que llegará
pronto. SILENCIO DE ESPERA, DE REFLEXIÓN, DE AGRADECIMIENTO.
De la carta del apóstol san Pablo a los Romanos
(8,8-11):
Los que viven sujetos a la carne no pueden agradar a Dios. Pero vosotros no estáis sujetos a la carne, sino al espíritu, ya que el Espíritu de Dios habita en vosotros. El que no tiene el Espíritu de Cristo no es de Cristo. Pues bien, si Cristo está en vosotros, el cuerpo está muerto por el pecado, pero el espíritu vive por la justificación obtenida. Si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el que resucitó de entre los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales, por el mismo Espíritu que habita en vosotros.
GUÍA: Esta lectura nos dice: estáis en el Espíritu, ya que el Espíritu habita en
vosotros. Actualizamos sus dones y contemplamos su manifestación en nosotros.
Examinamos los frutos de gozo y fortaleza. ¿En qué medida están en nuestra
vida? Hacer presente al Espíritu por medio de nuestras acciones nos hace
testigos de Jesús Resucitado. Dejamos que nuestra persona le reconozca y adore
serenamente. SILENCIO DE CONTEMPLACIÓN,
DE EXAMEN, DE COMPROMISO.
Del santo evangelio según san Juan (11,3-7.17.20-27.33b-45):
En aquel tiempo, las hermanas de Lázaro mandaron recado a Jesús, diciendo: «Señor, tu amigo está enfermo.»
Jesús, al oírlo, dijo: «Esta enfermedad no acabará en la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.»
Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando se enteró de que estaba enfermo, se quedó todavía dos días en donde estaba.
Sólo entonces dice a sus discípulos: «Vamos otra vez a Judea.»
Cuando Jesús llegó, Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado. Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedaba en casa.
Y dijo Marta a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá.»
Jesús le dijo: «Tu hermano resucitará.»
Marta respondió: «Sé que resucitará en la resurrección del último día.»
Jesús le dice: «Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?»
Ella le contestó: «Sí, Señor: yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo.»
Jesús sollozó y, muy conmovido, preguntó: «¿Dónde lo habéis enterrado?»
Le contestaron: «Señor, ven a verlo.»
Jesús se echó a llorar. Los judíos comentaban: «¡Cómo lo quería!»
Pero algunos dijeron: «Y uno que le ha abierto los ojos a un ciego, ¿no podía haber impedido que muriera éste?»
Jesús, sollozando de nuevo, llega al sepulcro. Era una cavidad cubierta con una losa.
Dice Jesús: «Quitad la losa.»
Marta, la hermana del muerto, le dice: «Señor, ya huele mal, porque lleva cuatro días.»
Jesús le dice: «¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?»
Entonces quitaron la losa.
Jesús, levantando los ojos a lo alto, dijo: «Padre, te doy gracias porque me has escuchado; yo sé que tú me escuchas siempre; pero lo digo por la gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado.»
Y dicho esto, gritó con voz potente: «Lázaro, ven afuera.»
El muerto salió, los pies y las manos atados con vendas, y la cara envuelta en un sudario.
Jesús les dijo: «Desatadlo y dejadlo andar.»
Y muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él.
GUÍA: Jesús llega. Se hace presente. Estimula nuestra fe, comparte nuestro
dolor. La sanación no llega siempre. Jesús
dice: Yo soy la resurrección y la vida. ¿Crees tú esto? Puede no llegar el
milagro físico, pero llega el don de la fe. En cas a de Lázaro, reciben la vida
del hermano. Jesús le manda y sale del sepulcro. En nuestra casa interior,
también oímos nuestro nombre y el mandato: ¡Sal fuera! Nos disponemos a
acogerle, a levantarnos de nuestros sepulcros, hondonadas o caídas. Danos tu
fuerza Jesús. SILENCIO DE FE, DE
SEGURIDAD, DE OBEDIENCIA.
NOS CENTRAMOS en lo más
importante de nuestra oración, y una frase para compartir.
OFRECEMOS, PEDIMOS, AGRADECEMOS,
PROYECTAMOS NUESTRO HACER.
INVOCAMOS A MARÍA, madre y maestra
de oración y de vida
CANTAMOS
Jesús es, Jesús es Señor,
Jesús es, Jesús es Señor,
Jesús es, Jesús es Señor.
(2 veces).
Aleluya, aleluya,
Aleluya, aleluya,
Aleluya, aleluya.
Jesús es, Jesús es Señor,
Jesús es, Jesús es Señor.
(2 veces).
Aleluya, aleluya,
Aleluya, aleluya,
Aleluya, aleluya.
Gloria a Dios, gloria, gloria a Dios,
Gloria a Dios, gloria, gloria a Dios,
Gloria a Dios, gloria, gloria a Dios.
Jesús es, Jesús es Señor,
Jesús es, Jesús es Señor,
Jesús es, Jesús es Señor.
(2 veces).
Gloria a Dios, gloria, gloria a Dios,
Gloria a Dios, gloria, gloria a Dios.
Jesús es, Jesús es Señor,
Jesús es, Jesús es Señor,
Jesús es, Jesús es Señor.
(2 veces).
Una nueva Guía de Oración Juvenil de Reza y Comparte Juvenil. Te gustará.Si la haces con atención y concentración, encontrarás lo que deseas, tu interioridad y conocer a Jesús.
ResponderEliminar"si Cristo está en vosotros, el cuerpo está muerto por el pecado, pero el espíritu vive por la justificación obtenida". San Pablo está seguro y lo vive con intensidad en sus escritos. Muertos al pecado pero en realidad volvemos a caer. Jesús que tu fuerza salvadora nos libre de todo mal.
ResponderEliminar"el Espíritu de Dios habita en vosotros" Jesús resucitado con su Espíritu nos fortalece, nos da alegría y empeño en el camino de la fe. Cada día damos pasos y eso hace el camino. Se hace camino al andar...
ResponderEliminar«Lázaro, ven afuera.» Necesitamos también, como Lázaro, esa voz que nos haga salir de las ataduras que nos alejan de la luz. Jesús ayúdanos. Libéranos de las ataduras y danos el valor y la fuerza para caminar con energía y esperanza.
ResponderEliminar«Padre, te doy gracias porque me has escuchado; yo sé que tú me escuchas siempre". Párate en esta frase, saborea su intensidad en Jesús y su confianza en el Padre. Que la repitamos y actualicemos en nosotros.
ResponderEliminar«Esta enfermedad no acabará en la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.»¿Cómo vemos nuestras dificultades? ¿Son trampolín para la gloria de Dios y para nuestro salto a su confianza? Sería maravilloso.¿no?
ResponderEliminar«Esta enfermedad no acabará en la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.» Que gran confianza en el Padre. Jesús une la gloria de Dios en la salvación de la persona. Gracias, Jesús.
ResponderEliminar"si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros" Lavarnos los pies, lavar nuestras vidas unos a otros. El amor nos lava y nos une. Danos, Jesús, tu amor para saber hacerlo.
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