REZA Y COMPARTE JUVENIL
DIOS LE RESUCITÓ
GUÍA DE
ORACIÓN JUVENIL 26-04-20
GUÍA: Estamos en tiempo de Pascua. Vivimos
el día de resurrección. Jesús levantado por el Padre y con él toda la
humanidad. Nos unimos a este momento, nos damos cuenta del poder de Dios en él
y en todos nosotros. Nuestra oración y deseo es acoger su vida en la nuestra y
cambiar lo que no es digno de él. La paz nos inunda y la derramamos a nuestro
alrededor, apoyados por la presencia de Jesús que nos ama de verdad. SILENCIO DE TOMA DE CONCIENCIA, DE ACOGIDA,
DE CONFIRMACIÓN.
De la primera carta del
apóstol san Pedro (1,17-21):
QUERIDOS hermanos: Puesto que podéis llamar Padre al que
juzga imparcialmente según las obras de cada uno, comportaos con temor durante
el tiempo de vuestra peregrinación, pues ya sabéis que fuisteis liberados de
vuestra conducta inútil, heredada de vuestros padres, pero no con algo
corruptible, con oro o plata, sino con una sangre preciosa, como la de un
cordero sin defecto y sin mancha, Cristo, previsto ya antes de la creación del
mundo y manifestado en los últimos tiempos por vosotros, que, por medio de él,
creéis en Dios, que lo resucitó de entre los muertos y le dio gloria, de manera
que vuestra fe y vuestra esperanza estén puestas en Dios.
GUÍA: Podéis llamar Padre…Nos complacemos en este nombre, en su
realidad puesta a nuestra disposición de hijos. Agradecemos la realidad
portadora de tan gran título. San Pedro continúa recordándonos que Dios es
imparcial, que mira todas nuestras obras, que Cristo ha derramado su sangre por
nosotros. Lo contemplamos en nuestro interior y nos dejamos iluminar por su
verdad. ¿Cómo reaccionamos? SILENCIO DE
CONSTATACIÓN, DE RENOVACIÓN, DE COMPROMISO.
Del santo evangelio según san Lucas (24,13-35):
AQUEL mismo día (el primero
de la semana), dos de los discípulos de Jesús iban caminando a una aldea
llamada Emaús, distante de Jerusalén unos sesenta estadios;
iban conversando entre
ellos de todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en
persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces
de reconocerlo.
Él les dijo: «¿Qué
conversación es esa que traéis mientras vais de camino?».
Ellos se detuvieron
con aire entristecido, Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le respondió:
«Eres tú el único
forastero en Jerusalén que no sabes lo que ha pasado allí estos días?».
Él les dijo: «¿Qué?».
Ellos le contestaron:
«Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante
Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros
jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos
que él iba a liberar a Israel, pero, con todo esto, ya estamos en el tercer día
desde que esto sucedió. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han
sobresaltado, pues habiendo ido muy de mañana al sepulcro, y no habiendo
encontrado su cuerpo, vinieron diciendo que incluso habían visto una aparición
de ángeles, que dicen que está vivo. Algunos de los nuestros fueron también al
sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo
vieron».
Entonces él les dijo: «¡Qué
necios y torpes sois para creer lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario
que el Mesías padeciera esto y entrara así en su gloria?».
Y, comenzando por
Moisés y siguiendo por todos los profetas, les explicó lo que se refería a él
en todas las Escrituras.
Llegaron cerca de la
aldea a donde iban y él simuló que iba a seguir caminando; pero ellos lo
apremiaron, diciendo: «Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de
caída».
Y entró para quedarse
con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo
partió y se lo iba dando. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero
él desapareció de su vista.
Y se dijeron el uno al
otro: «¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos
explicaba las Escrituras?». Y, levantándose en aquel momento, se volvieron a
Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que
estaban diciendo:
«Era verdad, ha
resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón».
Y ellos contaron lo
que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el
pan.
GUÍA: Pero sus ojos no eran capaces de
reconocerlo. ¿Nos pasa a nosotros? Ellos escuchan a Jesús que les explica las Escrituras.
¿Escuchamos, nos fijamos en lo que dice?. Luego Jesús va a seguir adelante.
Ellos dicen: «Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída». Le
dan acogida, parte el Pan y le
reconocen. ¿Cuándo le encontramos nosotros y cuándo le reconocemos?. Estudiamos
nuestros comportamientos y cómo nuestra fe se va fortaleciendo. SILENCIO DE BÚSQUEDA, DE ENCUENTRO, DE FE.
RECOGEMOS LA ORACIÓN: UNA FRASE NOS
AYUDA A RECORDAR.
ADORACIÓN, CONFIANZA, ILUMINACIÓN, AGRADECIMIENTO.
INVOCAMOS A MARÍA, NUESTRA MADRE,
MUJER DE ESPERANZA.
NOS DIRIGIMOS AL PADRE, CON JESÚS Y DECIMOS: PADRE NUESTRO.
CANTAMOS:
Aleluya, Aleluya,
Aleluya,/Aleluya, Aleluya, Aleluya.
Por que Cristo nuestro
hermano,/ha resucitado, María alégrate.
Por que Cristo nuestro
hermano,/ha resucitado, María alégrate.
Aleluya, Aleluya,
Aleluya,/Aleluya, Aleluya, Aleluya.
Por que Cristo nuestro
hermano,/nos ha redimido, María alégrate.
Por que Cristo nuestro
hermano,/nos ha redimido, María alégrate.
Por que en Cristo
nuestro hermano,/hemos renacido, María alégrate.
Por que en Cristo
nuestro hermano,/hemos renacido, María alégrate.
Porque en Cristo,
nuestro hermano,/todos somos hijos, María alégrate.
Porque en Cristo,
nuestro hermano, todos somos hijos, María alégrate.