REZA Y COMPARTE JUVENIL
NOS HA BENDECIDO EN CRISTO
GUÍA DE ORACIÓN JUVENIL
GUÍA: Oración, encuentro, Palabra,
silencio. Son palabras y elementos de la oración. Las vivimos, acogemos y
hacemos una realidad que nos acerca a Dios: Padre, Hijo y Espíritu.
Sencillamente, con humildad nos acercamos al Niño de Belén y dejamos que nos
hable de nuestra vida, de lo que realizamos y de lo que no realizamos, por
desgana, comodidad, falta de ilusión o de fe. En este espacio escuchamos, nos
sentimos interpelados y vemos qué nos pide el Niño. ¿Qué podemos hacer mejor? SILENCIO DE ENCUENTRO, DE GRACIAS, DE PERDÓN,
DE HACER CAMINO.
R/. El Verbo se hizo carne y
habitó entre nosotros.
Del apóstol san Pablo a los Efesios
(1,3-6.15-18):
Bendito sea el Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en Cristo
con toda clase de bendiciones espirituales en los cielos.
Él nos eligió en Cristo, antes de la fundación del mundo
para que fuésemos santos e intachables ante él por el amor.
Él nos ha destinado por medio de Jesucristo,
según el beneplácito de su voluntad,
a ser sus hijos,
para alabanza de la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido en el Amado.
Por eso, habiendo oído hablar de vuestra fe en Cristo y de vuestro amor a todos los santos, no ceso de dar gracias por vosotros, recordándoos en mis oraciones, a fin de que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo, e ilumine los ojos de vuestro corazón para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos.
Bendito sea el Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en Cristo
con toda clase de bendiciones espirituales en los cielos.
Él nos eligió en Cristo, antes de la fundación del mundo
para que fuésemos santos e intachables ante él por el amor.
Él nos ha destinado por medio de Jesucristo,
según el beneplácito de su voluntad,
a ser sus hijos,
para alabanza de la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido en el Amado.
Por eso, habiendo oído hablar de vuestra fe en Cristo y de vuestro amor a todos los santos, no ceso de dar gracias por vosotros, recordándoos en mis oraciones, a fin de que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo, e ilumine los ojos de vuestro corazón para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos.
GUÍA: Nos ha
elegido y bendecido en Cristo. Sus bendiciones y su amor descansan sobre cada
uno de nosotros. Renovamos nuestra fe y compromiso como cristianos. Que seamos intachables en el amor. Que seamos
sus hijos amados y que aman a tan buen Padre. Que con Jesús, seamos alabanza y
gloria en lo que él quiere para nosotros. Fortalece, Padre, nuestra fe, nuestra
esperanza, nuestro amor. Danos esa sabiduría necesaria para conocer más a Jesús
y para actuar en sus caminos. SILENCIO
DE CONFIANZA, FE, AMOR DE HIJOS Y DE HERMANOS.
Del santo
evangelio según san Juan (1,1-18):
En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios.
Él estaba en el principio junto a Dios.
Por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho.
En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
Y la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no lo recibió.
Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.
No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz.
El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, viniendo al mundo.
En el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de él, y el mundo no lo conoció.
Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron.
Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre.
Estos no han nacido de sangre, ni de deseo de carne,
En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios.
Él estaba en el principio junto a Dios.
Por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho.
En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
Y la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no lo recibió.
Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.
No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz.
El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, viniendo al mundo.
En el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de él, y el mundo no lo conoció.
Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron.
Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre.
Estos no han nacido de sangre, ni de deseo de carne,
ni de deseo de varón, sino que han nacido de Dios.
Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él y grita diciendo:
«Este es de quien dije: el que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo».
Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia.
Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad nos ha llegado por medio de Jesucristo.
A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.
GUÍA: El verbo, la
Palabra se hizo carne. Habitó entre nosotros. Se hizo uno de los nuestros. Admiramos
su presencia en Belén, en tantas personas buenas, en nuestra vida de cada día.
Agradecemos su estar con nosotros y le pedimos la fortaleza para ser constantes
en la fe, que nuestra esperanza sea sincera y nuestro amor verdadero, para él y
para los hermanos. Nos dejamos acariciar
por su mirada pacificadora y fiel. ¿Qué podemos regalarle? SILENCIO
DE AMISTAD, ENCUENTRO, COMPROMISO.
SINTETIZAMOS NUESTRA ORACIÓN, LA PRESENTAMOS EN UNA
FRASE.
CONFIANZA, GRACIAS, ADORACIÓN, OFRENDA.
INVOCAMOS A MARÍA, MADRE Y MAESTRA, QUE NOS ACOMPAÑE
NOS DIRIGIMOS AL PADRE COMO JESÚS: PADRE NUESTRO…
CANTAMOS
Nunca suenan las campanas
Nunca suenan
las campanas
con tan dulce
claridad
como cantando
las glorias
de la hermosa
Navidad.
es porque cantan la noche sin par
en que Dios Niño ha nacido
y en el mundo ha de reinar.
Es la voz de
las campanas
eco de angélico
son;
es el anuncio
festivo
de gloria y de
redención.
En todas partes
se oye
su dulce y
claro sonar;
en las montañas
y valles,
y en las
orillas del mar.
"Nos ha bendecido en Cristo" El Padre nos bendice en Cristo Jesús. Que esta oración nos ayude a adorar al Niño de Belén, a recibir su cariño y bendición, a rehacer nuestro camino junto con él.Buen día.
ResponderEliminar"Es porque cantan la noche feliz,/es porque cantan la noche sin par/en que Dios Niño ha nacido/y en el mundo ha de reinar." Cantamos con las campanas gloria a dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.
ResponderEliminar"Sencillamente, con humildad nos acercamos al Niño de Belén y dejamos que nos hable de nuestra vida, de lo que realizamos y de lo que no realizamos, por desgana, comodidad, falta de ilusión o de fe." En silencio le reconocemos como Dios con nosotros, recibimos su mensaje y amor.
ResponderEliminar"Nos ha bendecido en Cristo". Qué belleza sentir su bendición en el Niño de Belén y en toda su presencia. Bendición par todos en este año 2020.
ResponderEliminar"En todas partes se oye/su dulce y claro sonar;/en las montañas y valles,/y en las orillas del mar." El son de las campanas, nuestra voz y nuestro corazón canten al Niño Dios y le adoren.¿Contentos?
ResponderEliminar"Él nos eligió en Cristo, antes de la fundación del mundo/para que fuésemos santos e intachables ante él por el amor." Lo pensamos, ¿Somos conscientes de ello y tratamos de conseguir su deseo?
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