REZA Y COMPARTE JUVENIL
A ÉL
ALABANZA Y HONOR
GUÍA DE
ORACIÓN JOVEN 01-05-22, Domingo 3º de
Pascua - Ciclo C
GUÍA: Tú, Señor, presente por los siglos
en Dios y en el mundo. Te aclamamos y te bendecimos. Tú, presente en nuestras
vidas nos fortaleces en la fe, nos animas en la esperanza, nos acoges en el
amor generoso y fiel. Somos tuyos y confiamos en ti. Con toda la creación te
alabamos, con toda la humanidad caminamos contigo. Ayúdanos. SILENCIO DE
UNIÓN, DE ALABANZA, DE REENCUENTRO.
Lectura
del libro del Apocalipsis (5,11-14):
Yo, Juan, en
la visión escuché la voz de muchos ángeles: eran millares y millones alrededor
del trono y de los vivientes y de los ancianos, y decían con voz potente: «Digno es el Cordero degollado de recibir el poder, la
riqueza, la sabiduría, la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza.» Y oí
a todas las criaturas que hay en el cielo, en la tierra, bajo la tierra, en el
mar -todo lo que hay en ellos, que decían: «Al que se sienta en el trono y al
Cordero la alabanza, el honor, la gloria y el poder por los siglos de los
siglos.» Y los cuatro vivientes respondían: «Amén.» Y los ancianos se postraron
rindiendo homenaje.
GUÍA: «Digno es el Cordero degollado de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza.» Jesús, Hijo del Padre, cordero que ofrece su sacrificio por toda la humanidad, nos interpela con su relación con el Padre, su amor a los hermanos. Toda la creación le aclama y bendice. También nosotros le agradecemos y pedimos amor para todos. SILENCIO DE ENCUENTRO, DE ADORACIÓN, DE PETICIÓN.
Salmo
Sal 29,2.4.5.6.11.12a.13b R/. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado
Lectura
del santo evangelio según san Juan (21,1-19):
En aquel
tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de
Tiberíades. Y se apareció de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás
apodado el Mellizo, Natanael el de Caná de Galilea, los Zebedeos y otros dos
discípulos suyos.
Simón Pedro
les dice: «Me voy a pescar.»
Ellos contestan:
«Vamos también nosotros contigo.»
Salieron y
se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada. Estaba ya amaneciendo, cuando
Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús.
Jesús les
dice: «Muchachos, ¿tenéis pescado?»
Ellos
contestaron: «No.»
Él les dice:
«Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis.»
La echaron,
y no tenían fuerzas para sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo
que Jesús tanto quería le dice a Pedro: «Es el Señor.»
Al oír que
era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al
agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaban de
tierra más que unos cien metros, remolcando la red con los peces. Al saltar a
tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan.
Jesús les
dice: «Traed de los peces que acabáis de coger.»
Simón Pedro
subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes:
ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red.
Jesús les dice:
«Vamos, almorzad.»
Ninguno de
los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era
el Señor. Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado. Esta
fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos, después de resucitar
de entre los muertos.
Después de
comer, dice Jesús a Simón Pedro: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?»
Él le
contestó: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.»
Jesús le
dice: «Apacienta mis corderos.»
Por segunda
vez le pregunta: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?»
Él le
contesta: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.»
Él le dice:
«Pastorea mis ovejas.»
Por tercera
vez le pregunta: «Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?»
Se
entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez si lo quería y le
contestó: «Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero.»
Jesús le
dice: «Apacienta mis ovejas. Te lo aseguro: cuando eras joven, tú mismo te
ceñías e ibas adonde querías; pero, cuando seas viejo, extenderás las manos,
otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras.» Esto dijo aludiendo a la muerte
con que iba a dar gloria a Dios.
Dicho esto,
añadió: «Sígueme.»
GUÍA: Jesús encuentra a los suyos pescando y sin
coger nada. Pedro va hacia él deprisa. Cuando viene a nuestras reuniones, compromisos,
vida, también se deja ver, se manifiesta. Busca nuestras respuestas. Nos
pregunta si le amamos. Intentamos estar con él, dialogar, expresar nuestras
situaciones. También, como a Pedro, nos dice: Sígueme. SILENCIO DE
ENCUENTRO, DE ESCUCHA, DE COMPROMISO.
HACEMOS
SÍNTESIS DE NUESTRA ORACIÓN: LAS PALABRAS QUE TE QUEDAN SON…
AGRADECEMOS,
ADORAMOS, OFRECEMOS.
INVOCAMOS
A MARÍA PARA QUE NOS ACOMPAÑE EN EL CAMINO.
CON
JESÚS, NOS DIRIGIMOS AL PADRE: PADRE NUESTRO…
CANTAMOS:
Somos un
pueblo que camina y juntos caminando,
podremos
alcanzar, otra ciudad que no se acaba,
sin penas
ni tristezas. ciudad de eternidad.
Somos un
pueblo que camina, que marcha por el mundo
buscando
otra ciudad. Somos errantes peregrinos
en busca
de un destino. destino de unidad.
Siempre
seremos caminantes. pues sólo caminando
podremos
alcanzar. otra ciudad que no se acaba,
sin penas
ni tristezas, ciudad de eternidad.
Danos
valor para la lucha, valor en las tristezas,
valor en
nuestro afán. Danos la luz de tu Palabra,
que guíe
nuestros pasos, en este caminar.
Marcha
Señor junto a nosotros, pues sólo en tu presencia
podremos
alcanzar, otra ciudad que no se acaba,
sin penas
ni tristezas, ciudad de eternidad.
Dura se
hace nuestra marcha, andando entre las sombras
y en
tanta oscuridad. Todos los cuerpos desatados.
ya
sienten el cansancio, de tanto caminar.
Pero
tenemos la esperanza, de que nuestras fatigas
al fin
alcanzarán, otra ciudad que no se acaba,
sin penas
ni tristezas, ciudad de eternidad.