REZA Y COMPARTE JUVENIL
SE HAN DESBORDADO
GUÍA: El amor de Dios se ha
desbordado en la humanidad a través de su Hijo Jesucristo. Su muerte y
resurrección limpia el pecado del mundo. Nos ponemos en su presencia,
visualizamos el don de Dios Padre y lo acogemos con amor de hijos. Nos sentimos
sobrepasados por el amor y desarrollamos el agradecimiento. SILENCIO DE ILUMINACIÓN, DE ACOGIDA,
DE GRACIAS FILIAL.
De la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (5,12-19):
HERMANOS: Lo mismo que por un
hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte, y así la muerte
se propagó a todos los hombres, porque todos pecaron...
Pues, hasta que llegó la ley
había pecado en el mundo, pero el pecado no se imputaba porque no había ley.
Pese a todo, la muerte reinó desde Adán hasta Moisés, incluso sobre los que no
habían pecado con una transgresión como la de Adán, que era figura del que
tenía que venir.
Sin embargo, no hay proporción
entre el delito y el don: si por el delito de uno solo murieron todos, con
mayor razón la gracia de Dios y el don otorgado en virtud de un hombre,
Jesucristo, se han desbordado sobre todos.
Y tampoco hay proporción entre la
gracia y el pecado de uno: pues el juicio, a partir de uno, acabó en condena,
mientras que la gracia, a partir de muchos pecados, acabó en justicia.
Si por el delito de uno solo, la
muerte inauguró su reinado a través de uno solo, con cuánta más razón los que
reciben a raudales el don gratuito de la justificación reinarán en la vida
gracias a uno solo, Jesucristo.
En resumen, lo mismo que por un
solo delito resultó condena para todos, así también por un acto de justicia
resultó justificación y vida para todos.
Pues, así como por la
desobediencia de un solo hombre, todos fueron constituidos pecadores, así
también por la obediencia de uno solo, todos serán constituidos justos.
GUÍA: El pecado entra en la humanidad por la desobediencia a los
mandatos de Dios. Ha sido liberado por el sacrificio de Jesús y su resurrección.
La justificación se nos concede por la bondad del Padre misericordioso. Vemos nuestra
situación, nuestra relación con Dios en cuanto a la falta y en cuanto a la
vida. Creados a imagen y semejanza de Dios, nos disponemos a asumir y
actualizar la imagen y semejanza que Dios quiere para la humanidad, por medio del
Hijo Jesús. SILENCIO DE INTERIORIZACIÓN,
DE ENCUENTRO, DE CONVERSIÓN.
Del santo
evangelio según san Mateo (4,1-11):
EN aquel tiempo, Jesús fue
llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado por el diablo. Y después
de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches, al fin sintió hambre.
El tentador se le acercó y le
dijo: «Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes».
Pero él le contestó: «Está
escrito: “No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la
boca de Dios”».
Entonces el diablo lo llevó a la
ciudad santa, lo puso en el alero del templo y le dijo: «Si eres Hijo de Dios,
tírate abajo, porque está escrito: “Ha dado órdenes a sus ángeles acerca de ti
y te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras”».
Jesús le dijo: «También está
escrito: “No tentarás al Señor, tu Dios”».
De nuevo el diablo lo llevó a un
monte altísimo y le mostró los reinos del mundo y su gloria, y le dijo: «Todo
esto te daré, si te postras y me adoras».
Entonces le dijo Jesús: «Vete,
Satanás, porque está escrito: “Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás
culto”».
Entonces lo dejó el diablo, y he
aquí que se acercaron los ángeles y lo servían.
GUÍA: Jesús es llevado al desierto. Cuarenta días ante el Padre
Dios en oración y ayuno. Es tentado por el diablo. Vence la tentación.
Nos situamos en aquel desierto
acompañando a Jesús, participando de su ayuno, su oración y disponibilidad ante
el Padre. Analizamos nuestras reacciones ante la tentación. Pedimos fuerzas para
superarla, confiamos en el amor del
Padre Dios. Jesús, enséñanos a recorrer nuestro camino y líbranos del mal. SILENCIO DE CONFIANZA, DE PERDÓN Y
ARREPENTIMIENTO.
HACEMOS SÍNTESIS DE NUESTRA ORACIÓN: UNA FRASE NOS AYUDA A RECORDAR.
AGRADECEMOS, OFRECEMOS, PEDIMOS, ALABAMOS AL SEÑOR.
MARÍA NOS ACOMPAÑA, LA INVOCAMOS.
NOS DIRIGIMOS AL PADRE CON AMOR DE HIJOS: PADRE NUESTRO.
CANTAMOS:
El pueblo de Dios
El
Pueblo de Dios por el desierto andaba/pero junto a él alguien caminaba.
El
pueblo de Dios era rico en nada,/esperanza y polvo en sus pies llevaba.
También soy tu pueblo Señor, y estoy en
la marcha/Tan solo tu gracia me basta y más nada.
El
pueblo de Dios también vacilaba/y a veces costaba creer en el amor.
El
pueblo de Dios llorando rezaba/pedía perdón y recomenzaba.
También... Perdona si a veces no creo
ya en nada.
El
pueblo de Dios también tuvo hambre/y tu le mandaste el pan desde el cielo.
El
pueblo de Dios cantando dio gracias/probó tu amor, tu amor que no pasa.
También... Tú eres mi alimento en cada
jornada.