REZA Y
COMPARTE JUVENIL
¡DISTÍNGANSE!
GUÍA DE
ORACIÓN J 30-06-24 XIII Domingo
Ordinario. Ciclo B
GUÍA: Estamos aquí, Padre Dios. En tu presencia nos reconocemos como hijos amados y hermanos capaces de amar. Espíritu Santo, con tu luz y tu verdad agradecemos la vida, el amor, la misericordia. Jesús, tu palabra nos conduce y acompaña en la vida y cada día. Acércanos a ti y todo será mejor. SILENCIO DE CONOCIMIENTO, DE CERCANÍA, DE CONFIANZA.
De la
segunda carta de San Pablo a los Corintios 2 Cor 8, 7. 9. 13-15
Hermanos: Ya
que ustedes se distinguen en todo: en fe, en palabra, en sabiduría, en
diligencia para todo y en amor hacia nosotros, distínganse también ahora por su
generosidad.
Bien saben lo generoso que ha sido nuestro Señor Jesucristo, que siendo rico,
se hizo pobre por ustedes, para que ustedes se hicieran ricos con su pobreza.
No se trata de que los demás vivan tranquilos, mientras ustedes están
sufriendo. Se trata, más bien, de aplicar durante nuestra vida una medida
justa; porque entonces la abundancia de ustedes remediará las carencias de
ellos, y ellos, por su parte, los socorrerán a ustedes en sus necesidades. En
esa forma habrá un justo medio, como dice la Escritura: Al que recogía
mucho, nada le sobraba; al que recogía poco, nada le faltaba.
GUÍA: Distinguirse en la fe y distinguirse
en la generosidad. San Pablo se lo dice a los corintios. El bien y la
abundancia repartida y entregada hace que todo sea más fácil y que todos
compartan lo que fue dado para todos. Espíritu de Amor, alimenta nuestras vidas
con tu fuerza y distribuye tu Espíritu entre tus fieles. SILENCIO DE
CONSCIENCIA, DE ABUNDANCIA, DE GENEROSIDAD.
Lectura
del santo Evangelio según San Marcos Mc 5, 21-43
En aquel
tiempo, cuando Jesús regresó en la barca al otro lado del lago, se quedó en la
orilla y ahí se le reunió mucha gente. Entonces se acercó uno de los jefes de
la sinagoga, llamado Jairo. Al ver a Jesús, se echó a sus pies y le suplicaba
con insistencia: "Mi hija está agonizando. Ven a imponerle las manos para
que se cure y viva". Jesús se fue con él, y mucha gente lo seguía y lo
apretujaba.
Entre la gente había una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce
años. Había sufrido mucho a manos de los médicos y había gastado en eso toda su
fortuna, pero en vez de mejorar, había empeorado. Oyó hablar de Jesús, vino y
se le acercó por detrás entre la gente y le tocó el manto, pensando que, con
sólo tocarle el vestido, se curaría. Inmediatamente se le secó la fuente de su
hemorragia y sintió en su cuerpo que estaba curada.
Jesús notó al instante que una fuerza curativa había salido de él, se volvió
hacia la gente y les preguntó: "¿Quién ha tocado mi manto?" Sus
discípulos le contestaron: "Estás viendo cómo te empuja la gente y todavía
preguntas: '¿Quién me ha tocado?' " Pero él seguía mirando alrededor, para
descubrir quién había sido. Entonces se acercó la mujer, asustada y temblorosa,
al comprender lo que había pasado; se postró a sus pies y le confesó la verdad.
Jesús la tranquilizó, diciendo: "Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y
queda sana de tu enfermedad".
Todavía estaba hablando Jesús, cuando unos criados llegaron de casa del jefe de
la sinagoga para decirle a éste: "Ya se murió tu hija. ¿Para qué sigues
molestando al Maestro?" Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al
jefe de la sinagoga: "No temas, basta que tengas fe". No permitió que
lo acompañaran más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago.
Al llegar a la casa del jefe de la sinagoga, vio Jesús el alboroto de la gente
y oyó los llantos y los alaridos que daban. Entró y les dijo: "¿Qué
significa tanto llanto y alboroto? La niña no está muerta, está dormida".
Y se reían de él.
Entonces Jesús echó fuera a la gente, y con los padres de la niña y sus
acompañantes, entró a donde estaba la niña. La tomó de la mano y le dijo:
"¡Talitá, kum!", que significa: "¡Óyeme, niña, levántate!"
La niña, que tenía doce años, se levantó inmediatamente y se puso a caminar.
Todos se quedaron asombrados. Jesús les ordenó severamente que no lo dijeran a
nadie y les mandó que le dieran de comer a la niña.
GUÍA: Jesús cura a las gentes que creen en él. Nos unimos a la gente e invocamos su acción sobre nosotros. Con el hombre que pide la curación de su hija, con la mujer que toca el manto, con tantas personas necesitadas le reconocemos y pedimos su favor. Confiamos en ti, Jesús. Enséñanos a orar, a creer, a esperar. SILENCIO DE PRESENCIA, DE FE, DE ESPERA.
RECOGEMOS
NUESTRA ORACIÓN: Una frase nos ayuda a recordarla.
INVOCAMOS
A MARÍA, MADRE Y AMIGA, QUE NOS AYUDE.
NOS
DIRIGIMOS AL PADRE COMO JESÚS: PADRE NUESTRO…
Gloria a ti por siempre,
Por siempre, por siempre.
Gloria a ti por siempre,
Por siempre, amén. (bis)
Cielo y tierra cantad
himnos al Creador.
Decidle al viento y al mar
la Gloria del Señor.
Pueblos en libertad,
campos en esplendor;
decidle a la humanidad
la Gloria del Señor.
Siempre cantaré,
siempre alabaré
las maravillas de Dios,
la Gloria del Señor.
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