REZA Y COMPARTE JUVENIL
TEMA J :
MENSAJE 2 JORNADA MISIONES 22
¿Has leído la primera parte del
mensaje del Papa Francisco? Sigue el mensaje y aprovecha sus ideas para mejorar
tus acciones y sobre todo tu fe y tu compromiso. Nos unimos a los Misioneros y
pedimos al Espíritu Santo que siga impulsando corazones generosos portadores de
su misterio en nuestro mundo.
MENSAJE
DEL SANTO PADRE FRANCISCO PARA LA
JORNADA MUNDIAL DE LAS MISIONES 2022
En segundo lugar, a los discípulos se les pide vivir su vida personal en clave de misión.
Jesús los envía al mundo no sólo para realizar la misión, sino
también y sobre todo para vivir la misión que se les confía; no sólo
para dar testimonio, sino también y sobre todo para ser sus
testigos. Como dice el apóstol Pablo con palabras muy conmovedoras: «Siempre y
en todas partes llevamos en el cuerpo la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo»
(2 Co 4,10). La esencia de la
misión es dar testimonio de Cristo, es decir, de su vida, pasión, muerte y
resurrección, por amor al Padre y a la humanidad.
No es casual que los Apóstoles hayan buscado al sustituto de Judas entre
aquellos que, como ellos, fueron “testigos de la resurrección” (cf. Hch 1,22).
Es Cristo, Cristo resucitado, a quien debemos testimoniar y cuya vida debemos
compartir. Los misioneros de Cristo no son enviados a comunicarse a sí mismos,
a mostrar sus cualidades o capacidades persuasivas o sus dotes de gestión, sino
que tienen el altísimo honor de ofrecer a
Cristo en palabras y acciones, anunciando a todos la Buena Noticia de su
salvación con alegría y franqueza, como los primeros apóstoles.
Por eso, en definitiva, el verdadero testigo es el “mártir”, aquel
que da la vida por Cristo,
correspondiendo al don de sí mismo que Él nos hizo. «La primera motivación para evangelizar es el amor de Jesús que hemos recibido, esa
experiencia de ser salvados por Él que nos mueve a amarlo siempre más» (Exhort.
ap. Evangelii
gaudium, 264).
En fin, a propósito del testimonio cristiano, permanece siempre
válida la observación de san Pablo VI: «El hombre contemporáneo escucha más a
gusto a los que dan testimonio que a los que enseñan, o si escuchan a los que
enseñan, es porque dan testimonio» (Exhort. ap. Evangelii
nuntiandi, 41). Por eso, para la trasmisión de la fe es fundamental el testimonio de vida evangélica de
los cristianos. Por otra parte, sigue siendo necesaria la tarea de
anunciar su persona y su mensaje. Efectivamente, el mismo Pablo VI prosigue
diciendo: «Sí, es siempre indispensable la predicación, la proclamación verbal
de un mensaje. […] La palabra permanece siempre actual, sobre todo cuando va
acompañada del poder de Dios. Por esto conserva también su actualidad el axioma
de san Pablo: “la fe viene de la audición”
(Rm 10,17), es decir, es la Palabra oída la que invita a
creer» (ibíd., 42).
En la evangelización, por tanto, el ejemplo de vida cristiana y el anuncio de Cristo van juntos; uno sirve al otro. Son dos pulmones con los que debe respirar toda comunidad para ser misionera. Este testimonio completo, coherente y gozoso de Cristo será ciertamente la fuerza de atracción para el crecimiento de la Iglesia incluso en el tercer milenio. Exhorto por tanto a todos a retomar la valentía, la franqueza, esa parresia de los primeros cristianos, para testimoniar a Cristo con palabras y obras, en cada ámbito de la vida.
2. «Hasta los confines de la tierra» – La actualidad perenne de
una misión de evangelización universal
Exhortando a los discípulos a ser sus testigos, el Señor
resucitado les anuncia adónde son enviados: “a Jerusalén, a toda Judea, a
Samaría y hasta los confines de la tierra”
(cf. Hch 1,8). Aquí surge evidente el carácter universal de la
misión de los discípulos. Se pone de relieve el movimiento geográfico
“centrífugo”, casi a círculos concéntricos, de Jerusalén, considerada por la
tradición judía como el centro del mundo, a Judea y Samaría, y hasta “los
confines de la tierra”. No son enviados a hacer proselitismo, sino a anunciar;
el cristiano no hace proselitismo. Los Hechos de los Apóstoles nos narran este
movimiento misionero que nos da una hermosa imagen de la Iglesia “en salida” para cumplir su vocación de testimoniar a Cristo
Señor, guiada por la Providencia divina mediante las concretas circunstancias
de la vida. Los primeros cristianos, en efecto, fueron perseguidos en
Jerusalén y por eso se dispersaron en Judea y Samaría, y anunciaron a Cristo por todas partes
(cf. Hch 8,1.4).
Algo parecido sucede también en nuestro tiempo. A causa de las
persecuciones religiosas y situaciones de guerra y violencia, muchos cristianos
se han visto obligados a huir de su tierra hacia otros países. Estamos
agradecidos con estos hermanos y hermanas que no se cierran en el sufrimiento,
sino que dan testimonio de Cristo y del amor de
Dios en los países que los acogen. A esto los exhortaba san Pablo VI
considerando «la responsabilidad que recae sobre los emigrantes en los países
que los reciben» (Exhort. ap. Evangelii
nuntiandi, 21). Experimentamos, en efecto, cada vez más, cómo la presencia de fieles de diversas nacionalidades
enriquece el rostro de las parroquias y las hace más universales, más
católicas. En consecuencia, la atención pastoral de los migrantes es una
actividad misionera que no hay que descuidar, que también podrá ayudar a los
fieles locales a redescubrir la alegría de la fe cristiana que han recibido.
La indicación “hasta los confines de la tierra” deberá interrogar a los discípulos de Jesús de todo tiempo y los debe impulsar a ir siempre más allá de los lugares habituales para dar testimonio de Él. A pesar de todas las facilidades que el progreso de la modernidad ha hecho posible, existen todavía hoy zonas geográficas donde los misioneros, testigos de Cristo, no han llegado con la Buena Noticia de su amor. Por otra parte, ninguna realidad humana es extraña a la atención de los discípulos de Cristo en su misión. La Iglesia de Cristo era, es y será siempre “en salida” hacia nuevos horizontes geográficos, sociales y existenciales, hacia lugares y situaciones humanas “límites”, para dar testimonio de Cristo y de su amor a todos los hombres y las mujeres de cada pueblo, cultura y condición social. En este sentido, la misión también será siempre missio ad gentes, como nos ha enseñado el Concilio Vaticano II, porque la Iglesia siempre debe ir más lejos, más allá de sus propios confines, para anunciar el amor de Cristo a todos. A este respecto, quisiera recordar y agradecer a tantos misioneros que han gastado su vida para ir “más allá”, encarnando la caridad de Cristo hacia los numerosos hermanos y hermanas que han encontrado.
…
ACCIÓN:
¿Qué nos pide el Papa? ¿Qué nos pide
Jesús hoy? Coméntalo con tus palabras y
valora cómo se lleva adelante este proyecto hoy en nuestro mundo. Comparte la
reflexión con alguien. Gracias. Adelante.
"Mensaje 2 , Jornadas Misiones 22". Esta segunda parte nos sigue animando a ser testigos de Jesús, comunicarlo con la vida y la palabra. Transmitir a otros el amor de Dios expresado en Jesús de Nazaret. Es el anuncio y el testimonio. No faltes.
ResponderEliminar"para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo» Vivimos con Cristo para que su vida se manifieste a través de nosotros. Se lo pedimos al Espíritu Santo para todos.
ResponderEliminar"La esencia de la misión es dar testimonio de Cristo, es decir, de su vida, pasión, muerte y resurrección, por amor al Padre y a la humanidad." El Papa aclara cuál es, lo esencial. Que sepamos aceptarlo y transmitirlo. Pedimos por todos los creyentes y por los que buscan la verdad.
ResponderEliminar"Los misioneros tienen el altísimo honor de ofrecer a Cristo en palabras y acciones," Cada gesto y palabras transmiten palabras y gestos de Jesús. ¿Los acompañamos?
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