GUÍA: Domingo 26º. Tiempo Ordinario. Ciclo C. Estamos ante Ti,
Padre. Nuestro corazón te busca. En la oración-meditación que hizo el Papa Francisco
en Asís dijo: “Acercándonos a cuantos hoy viven como crucificados y
recibiendo la fuerza para amar del Señor Crucificado y resucitado, crecerá aún
más la armonía y la comunión entre nosotros”. Sentimos tu presencia en sus palabras. Las
guardamos en nuestro corazón. Haz que den fruto en nosotros y en todos los que
se preocupan por la paz. Señor crucificado y resucitado, danos el amor que
necesitamos para dejarnos interpelar y convertir por ellas, para el camino de paz
que queremos. SILENCIO ACOGEDOR Y COMPROMETIDO.
De la primera carta del apóstol san Pablo a Timoteo (6,11-16):
Hombre de Dios, practica la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la delicadeza. Combate el buen combate de la fe. Conquista la vida eterna a la que fuiste llamado, y de la que hiciste noble profesión ante muchos testigos. En presencia de Dios, que da la vida al universo, y de Cristo Jesús, que dio testimonio ante Poncio Pilato con tan noble profesión: te insisto en que guardes el mandamiento sin mancha ni reproche, hasta la manifestación de nuestro Señor Jesucristo, que en tiempo oportuno mostrará el bienaventurado y único Soberano, Rey de los reyes y Señor de los señores, el único poseedor de la inmortalidad, que habita en una luz inaccesible, a quien ningún hombre ha visto ni puede ver. A él honor e imperio eterno. Amén.
GUÍA. En la carta a Timoteo estimula a practicar la justicia, la piedad, la
fe, el amor, paciencia, delicadeza. Una serie de cualidades importantes para el
cristiano que quiere comprometerse con Cristo y los hermanos. Con ellas hace
manifestación del amor de Dios derramado en nuestros corazones. Con ese amor, Jesús
muerto y resucitado viene a realizar el Reino de Dios en nuestras vidas y en
nuestro mundo. Un reino de justicia, de amor y
de paz. DEJAMOS UN SILENCIO ABIERTO, CREYENTE Y GENEROSO
Del santo evangelio según san Lucas (16,19-31):
En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: «Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba espléndidamente cada día. Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que tiraban de la mesa del rico. Y hasta los perros se le acercaban a lamerle las llagas. Sucedió que se murió el mendigo, y los ángeles lo llevaron al seno de Abrahán. Se murió también el rico, y lo enterraron. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantando los ojos, vio de lejos a Abrahán, y a Lázaro en su seno, y gritó: "Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas." Pero Abrahán le contestó: "Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces. Y además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que no puedan cruzar, aunque quieran, desde aquí hacia vosotros, ni puedan pasar de ahí hasta nosotros." El rico insistió: "Te ruego, entonces, padre, que mandes a Lázaro a casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que, con su testimonio, evites que vengan también ellos a este lugar de tormento." Abrahán le dice: "Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen." El rico contestó: "No, padre Abrahán. Pero si un muerto va a verlos, se arrepentirán." Abrahán le dijo: "Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto."»
GUÍA: ¿Relacionamos esta lectura con la anterior y con el tema de la paz? La situación del hombre rico que no hace caso
de Lázaro, consejos de San Pablo a Timoteo y la paz, elaboran una historia en
la que nosotros podemos tomar parte. ¿Dónde nos encontramos y cómo actuamos?.
Padre, somos despreocupados de lo que sucede
a nuestro alrededor. Que todos pongamos un esfuerzo y colaboración por lograr
la paz que deseamos. SILENCIO REFLEXIVO, DE VUELTA A LA CASA DEL PADRE.
AGRADECEMOS porque…
ELEVAMOS nuestros deseos al Padre, a Jesús y al Espíritu.
NUESTRO COMPROMISO
PADRE NUESTRO unidos a todos los hombres y
mujeres del mundo.
INVOCAMOS A MARÍA nuestra madre.
CANTAMOS
Somos un pueblo que camina
y juntos caminando,
podremos alcanzar,
otra ciudad que no se acaba,
ciudad de eternidad.
Somos un pueblo que camina,
que marcha por el mundo,
buscando otra ciudad.
Somos errantes peregrinos,
en busca de un destino,
destino de unidad.
Siempre seremos caminantes,
pues sólo caminando,
podremos alcanzar,
otra ciudad que no se acaba,
sin penas ni tristezas,
ciudad de eternidad.
Danos valor para la lucha,
valor en las tristezas,
valor en nuestro afán.
Danos la luz de tu Palabra,
que guíe nuestros pasos,
en este caminar.
Marcha Señor junto a nosotros,
pues sólo en tu presencia,
podremos alcanzar,
otra ciudad que no se acaba,
sin penas ni tristezas,
ciudad de eternidad.
Dura se hace nuestra marcha,
andando entre las sombras,
y en tanta oscuridad.
Todos los cuerpos desatados,
ya sienten el cansancio,
de tanto caminar.
Pero tenemos la esperanza,
de que nuestras fatigas,
al fin alcanzarán,
otra ciudad que no se acaba,
sin penas ni tristezas,
ciudad de eternidad.